Cómo abortar

5 Dic

Escrito por: Anónimo
Traducido por: Verónica Hojman

Nunca he abortado. No sé si abortaré. Puede que sí, algún día. No es algo en lo que suela reflexionar o considerar. Nunca necesité pensar en ello, pero si pasase, no sé qué haría. No sé a dónde tendría que ir o cómo lo pagaría. No tengo ni idea de cómo se consigue un aborto. Ojalá lo supiera.

Creo que es importante saber cómo abortar. El conocimiento te da poder sobre tu propio cuerpo. El conocimiento te da opciones. El conocimiento te prepara. No quiero estar embarazada, asustada y a contrarreloj mientras intento descubrir a dónde puedo ir, cómo pagarlo, quién me va a acompañar, quién me va a apoyar. Quiero saberlo. Quiero saber que nunca tendré que estar embarazada contra mi voluntad.

Intento estar preparada. Llevo años tomando la píldora. Siempre uso condones. Todo debería estar bajo control. Todo debería salir bien. Pero a veces las cosas simplemente pasan. El fin de semana pasado me acosté con un chico que conocí en una discoteca. A la mañana siguiente una amiga me dijo en chiste que sería graciosísimo si me hubiese quedado embarazada. Me quedé horrorizada. Sé que no estoy embarazada, que entre el chico y yo usamos dos métodos anticonceptivos distintos, que estábamos a salvo. No tenía miedo de quedarme embarazada. Me horrorizó que mi amiga pudiese hacer bromas sobre algo así. Me asusté porque si alguna vez me quedase embarazada, no sabría qué hacer. Me asusté porque no sabía cómo conseguir un aborto.

Ahora mismo estoy estudiando en el extranjero. Me hago una idea de lo que haría si necesitase abortar en Washington, donde estudio normalmente. Sé que iría a la Clínica de Planificación Familiar del centro. No sé qué pasaría. No sé qué procedimientos existen ni cómo funciona un aborto. No sé si necesitaría tiempo para recuperarme o si estaría bien al momento o si tendría que descansar unos días y prepararme excusas para explicar dónde estuve. Sé que iría con una o dos de mis mejores amigas, si encontrase el valor de pedírselo. Esperaría que no hubiese gente protestando en la puerta de la clínica. No sé cómo lo pagaría. Sé que nunca se lo diría a mis padres. Pero aquí, ¿en Europa? No tengo ni idea. No sé dónde se pide un aborto ni cuáles son las leyes al respecto, si puedo o no hacerme uno siendo de otra nacionalidad. De esto no se habla en los folletos ni en las reuniones de orientación sobre el estudio en el extranjero. No sé si mi seguro de salud lo cubriría. No sé cuánto cuesta. No sé quién me ayudaría. Estaría perdida.

Cuando no estás en tu país, ¿cómo le pides a alguien que te ayude a abortar? ¿A quién acudes? Me cuesta imaginarme en quién confiaría en casa. Solo puedo pensar en un par de personas. De viaje, nadie. No sé qué piensan mis amigos de aquí sobre este tema. No sé si apoyan la libertad reproductiva, no solo en la teoría, sino también en la práctica. No sé si de verdad me ayudarían a hacerme camino entre las confusas redes del aborto. Acá tengo una especie de tutora cuyo trabajo consiste en ayudar y apoyar a los estudiantes extranjeros, pero trabaja para una universidad católica y no sé cuál es su opinión personal sobre esto. Incluso aunque estuviese a favor, aunque pudiese preguntarle, no sé si conoce las formas de acceso a un aborto. Nunca le preguntaría a mi familia de acogida. Ni me imagino cómo reaccionarían, qué dirían. No creo que quisieran, ni que pudieran, ayudarme. No sé si podría preguntarle a otro estudiante, a uno que fuese de aquí, que viviese aquí. No sé cómo responderían o qué piensa la gente del aborto. Tendría que buscarlo en Internet. No sé que encontraría. No sé si me ayudaría.

Y si encontrase los cuidados necesarios, no hablo el idioma lo suficientemente bien cómo para manejarme sola. No tengo el vocabulario para hablar sobre el aborto ni de mis necesidades de salud reproductiva. No tengo manera de protegerme cuando se trata de abortar y de mi cuerpo.

Puede que esto sea un poco extremo, pero creo que todo el mundo debería saber cómo abortar, no importa dónde estén. Según las estadísticas, tiene sentido. En Estados Unidos, el 49% de los embarazos son accidentales y 1 de cada 3 mujeres estadounidenses han abortado antes de los 45 años (no pude encontrar ningún documento estadístico sobre cuánta gente transexual ha abortado, pero soy consciente de que la hay y de que también necesitan acceso al cuidado reproductivo incluyendo el aborto). Saber a dónde ir, cómo pagarlo, qué pasará antes, durante y después del proceso (y qué procesos existen) es necesario.

Solía pensar en el aborto como un tema distante. Defendía la justicia reproductiva desde una perspectiva que buscaba la autonomía corporal del individuo, pero rara vez relacioné todo esto conmigo y con mi propia vida. Ahora que he empezado a pensar en el aborto como un tema personal y como algo que me puede llegar a pasar en algún momento, me doy cuenta de muchas otras cosas. No se trata solamente de que la gente necesite el derecho a un aborto seguro y legal, también necesita acceso y educación. Sin conocimiento sobre cómo abortar ni acceso a cuidados reproductivos, este derecho es casi inexistente. La enseñanza sobre el acceso al aborto y las opciones para la interrupción voluntaria del embarazo debería ser, como mínimo, una parte opcional de la educación sexual y debería incluirse en las reuniones de orientación tanto de la universidad como en los programas de estudios en el extranjero. Sin este conocimiento, la gente que busca abortar o que quiere tener control sobre su salud reproductiva, se queda sin poder alguno y es muy probable que no encuentren los cuidados que precisan cuando los necesiten. Si es cierto que abogamos por la justicia reproductiva y el derecho al aborto, tenemos que enseñarle a la gente cómo conseguirlo.

Deja un comentario